Un baño de regeneración.

El santo bautismo es un don por el que nunca seremos lo suficientemente agradecidos. En el bautismo somos incorporados a Cristo  (es decir, nos hacemos parte de su cuerpo) y por lo tanto gozamos de la salvación que Él nos alcanzó. El santo baño de este sacramento es una puerta: da entrada a la gloria del Padre - su casa - y nos abre las puertas de la Iglesia. Y al mismo tiempo abre para Dios una puerta, porque así como podemos entrar en los aposentos de Dios, Él también puede entrar en el aposento de nuestro corazón para habitar como en su templo. Más aún, se abre como una fuente en nuestro interior que alimenta a todo aquel a quien se lo queramos comunicar. Esta fuente es, por supuesto, el mismísimo Espíritu de Dios (Jn 7, 38-39).
Hoy es un buen día para que en tu oración le agradezcas a Dios por una de las muchas muestras de amor que ha tenido contigo: el haber sido salvado, sanado y purificado en las aguas del santo sacramento del Bautismo.


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