Fuego de alegría.

Cuando el apóstol Bernabé llegó a Antioquía, se encontró con personas de diversos orígenes que aceptaban a Jesús como su Señor. La Escritura dice que esto le produjo una gran alegría, ya que era un hombre lleno del Espíritu Santo (Hch 11, 23). A causa de esto, en Bernabé surge un renovado impulso misionero que le hace buscar a Pablo para emprender nuevas travesías apostólicas. En un seguidor de Jesús no puede faltar la alegría, porque es señal de la presencia del Espíritu Santo.


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