El discípulo tendrá un cuidado especial en distinguir si las inspiraciones que recibe provienen del Espíritu Santo o de la tentación constante a la mundanidad que habita en nuestros corazones a causa de nuestra fragilidad. En abundantes pasajes de la Escritura, especialmente en el libro de los Hechos de los Apóstoles, vemos que la presencia del Espíritu Santo está ligada a la oración, sobre todo la oración comunitaria. Un discípulo que cuida la oración constante es un terreno dispuesto para que el Espíritu produzca sus frutos.
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Que el Señor te conceda su paz.