Conducido por el Espíritu.

La espiritualidad cristiana no es otra cosa sino vivir conducido por el Espíritu. No olvides que el Espíritu Santo es una persona divina con la que podemos y debemos entrar en relación. Es el Señor y dador de vida; en Él hemos sido sellados, procede del Padre (Lc 11, 13) y del Hijo (Jn 20, 22). Más aún, es nuestro compañero de camino, quien nos indica dónde ir (Hch 8, 39) y también dónde no ir (Hch 16, 7). Adondequiera que vayas (y aún si estás perdido), recuerda que llevas el sello imborrable del Espíritu; si eres dócil a sus inspiraciones, siempre podrás recomenzar el camino.


Comentarios